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domingo, 5 de febrero de 2012

Discurso de Alejandro J. Betts, Fueguino-Malvinense, ante el Comité de Descolonización de la ONU



Discurso de Alejandro J. Betts, Fueguino-Malvinense, ante el Comité de Descolonización de la ONU

Lun Jun 27 14:50:01 MDT 2011

Gentileza Fundación Malvinas Ushuaia 
“CUESTIÓN DE LAS ISLAS MALVINAS/ FALKLAND” Nueva York, junio 21, 2011. 

 Una vez más le agradezco, señor Presidente y a los miembros de este Comité, la oportunidad que mi brindan de presentar esta petición con relación a la irresuelta descolonización de las Islas Malvinas/ Falkland, que pasa esencialmente por la solución de la controversia sobre su soberanía. Aunque mi presencia aquí hoy es la continuidad de múltiples presentaciones por mi parte ante este comité, como así también, ante la Asamblea General desde 1982 en adelante, voy a resumir mis orígenes y antecedentes para que no haya dudas sobre quién les habla. 

Mi nombre es Alejandro BETTS, nacido en Puerto Argentino en el año 1947 de una familia que en ese entonces ya llevaba 105 años de residencia en el territorio. Fui residente permanente de Malvinas hasta fines de junio de 1982, fecha en que me trasladé al territorio continental argentino donde resido en la actualidad. Desde 1979 trabajaba para la compañía aérea argentina que a partir de 1971 brindaba un servicio aéreo regular entre el continente y las islas y como sostenía públicamente desde hacía tiempo que la Argentina tenía absoluta razón en la disputa de soberanía, mi presencia en las islas se hacía imposible luego de la reocupación británica. A raíz de mi desacato a la postura filobritánica que expresaban al unísono los parroquianos isleños del territorio hubo un amplio consenso de opinión que tamaña irrespetuosidad por mi parte ameritaba plenamente mi expulsión de la colonia. Dejé en las islas mís padres, hermanos y mi hija mayor con sus respectivas familias. 

Durante esa permanencia, de acuerdo con las leyes británicas vigentes fui un simple colono de la potencia ocupante, “sujeto británico carente de Estado” como rezaba la ley de Ciudadanía Británica de 1981, negado al derecho de acceso o residencia prolongada en el Reino Unido, la supuesta “Madre Patria” de los isleños. Esta situación de “individuo sin Estado” cambió radicalmente con mi venida al continente dónde, por ser un nativo de Malvinas, amparado por la legislación argentina, en forma automática fui reconocido ciudadano argentino nato, comprovinciano de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, con todos los derechos civiles que me otorgan las leyes y la Constitución Nacional Argentina a todos sus ciudadanos. 

Dicho sea de paso señores y señoras, hay oculta otra cuestión aquí de mayores consecuencias que deriva de mi condición de tener la ciudadanía argentina. Si hoy quisiera volver a residir con mi nacionalidad argentina en mi lugar de nacimiento y donde viví mis primeros 35 años de vida, la potencia ocupante simplemente no me lo permitiría. Por otra parte, también carecen de toda participación activa en la política isleña las proclamadas 62 nacionalidades, que representan casi el 30% de los habitantes civiles del territorio. Esta exclusión es extensiva a todos aquellos nacidos en Malvinas que en algún momento decidieron establecerse en el territorio continental argentino. Existe documentación que comprueba que en el tiempo más de 40 familias malvinenses se dispersaron por la Argentina continental y cuyos descendientes superan largamente el millar de argentinos malvinenses. 

Todos ellos tienen prohibido instalarse o residir temporariamente en las islas o tener propiedad inmobiliaria o intereses comerciales en la tierra donde nació él o algún familiar directo suyo, originaria de Malvinas. Esta infranqueable política discriminatoria británica convirtió las Malvinas en un enclave colonial donde el nacional argentino ni siquiera puede ingresar como trabajador temporal puesto que las normas que rigen sobre el reclutamiento de mano de obra para la colonia requieren un permiso para ello, el cual, simplemente, no es otorgado a trabajadores provenientes del territorio continental argentino. 

Lo dicho precedentemente, señor presidente, corrobora el hecho de que a partir del momento de la colonización británica y la instalación de sus propios colonos, hasta ahora, el Reino Unido impuso un férreo control demográfico sobre las islas para con los nacionales de la Argentina. Este riguroso y selectivo control inmigratorio antiargentino queda de manifiesto en aquello que resulta ser imposible para el nacional argentino pero se otorga con plenos derechos a todo ciudadano británico u otro ciudadano de otro país, luego de una breve residencia en la colonia malvinera. 

Otro factor de suma importancia en relación a la situación demográfica de las islas es el siguiente: Desde la sanción parlamentaria de la Ley de Nacionalidad Británica (Islas Malvinas), del 28 de marzo de 1983, la población de la colonia fue reconocida como británica y, a partir de entonces, los isleños nativos son legalmente compatriotas de los ingleses, galeses, escoceses e irlandeses del norte. Luego, en el año 2002, el parlamento británico sancionó una nueva ley de ciudadanía británica automática a todos los habitantes de las dependencias de ultramar que, obviamente, incluye las Malvinas. 

Por consiguiente, señor Presidente, en las islas Malvinas hay una indiscutible situación colonial con una potencia ocupante cuyos nacionales representan la ocupación efectiva del archipiélago. Lamentablemente señor Presidente, con referirme al sistema político en Malvinas me estoy refiriendo a un sistema totalitario. Hoy, 2011, pese a quien les pese, no existen (y tampoco se permitiría) la existencia de partidos políticos en Malvinas. No hay representación partidaria en la Asamblea Legislativa.

 Por otra parte, señoras y señores delegados, debo puntualizar que también carecen de toda participación activa en la política isleña las proclamadas 62 nacionalidades que representan casi el 30% de los habitantes civiles del territorio. Los candidatos para cargos electivos en la administración pública se representan a sí mismos con la ideología y doctrina particular de cada uno. Hay una sola cosa que les une y ellos representan de manera infranqueable: jurar fidelidad eterna a la Reina y obrar en defensa de los intereses omnipotentes del gobierno británico. 

Por ello, es evidente señor Presidente, cuando este Comité escucha a los peticionarios coloniales británicos expresando sus “deseos” en cuanto a esta cuestión, se están, en realidad, simplemente transmitiéndoles los “deseos” del Parlamento británico. Por más incipiente que sea, toda expresión de oposición o disconformidad a este criterio es condenada a la intimidación constante, discriminación y persecución implacable. 

Hay casos puntuales extremos en los cuales las personas víctimas de estas conductas han elegido dejar el territorio para radicarse en sociedades menos intransigentes. Así, este particular sistema de administración colonial británica es infalible en Malvinas. Ha sido pulido de tal manera que es difícil, tal vez imposible, revertirlo tornándolo más abierto o más tolerante a opiniones distintas y flexibles. De esta manera, se garantiza un control férreo sobre el tratamiento del tema de la soberanía y, por ejemplo, la reapertura del libre comercio con la Argentina. 

Para vivir tranquilo, el parroquiano malvinense no debe opinar sobre asuntos tan espinosos y mucho menos demostrar ser accesible a debatir ciertas consideraciones tolerantes y civilizadas. En realidad, la verdadera intención del gobierno británico, al invocar el derecho de la colectividad colonial malvinera a la autodeterminación, es defender también su inexistente derecho de soberanía sobre el territorio. 

 Señor Presidente, La situación colonial motivada por la persistente ocupación ilegítima británica de una parte integral del territorio argentino que representa las islas Malvinas, Georgias del Sur, Sándwich del Sur y los espacios marítimos circundantes se ve agravada por la reconquista militar llevada a cabo en 1982, por posteriores y sucesivos actos unilaterales que incluyen la exploración y explotación de recursos naturales renovables y no renovables, dispuestos por el Gobierno británico que violan sistemáticamente resoluciones de las Naciones Unidas y el Derecho Internacional al respecto, y por la negativa obstinada del Reino Unido a negociar la cuestión de fondo que motiva esta reunión, como lo exigen todas las resoluciones adoptadas por este Comité.

 Asimismo, señoras y señores delegados, la Argentina es una nación con parte de su territorio ocupado por una potencia extranjera que explota sus recursos naturales, en particular aquellos de los espacios marítimos circundantes que abarcan 3.500.000 km2. Hace más de dos décadas que el gobierno británico ha utilizado el pretexto del principio de la libre determinación para los habitantes de la colonia malvinense mientras explota con exclusividad los recursos ictícolas dentro de la jurisdicción marítima argentina a través de la venta de licencias ilegítimas de pesca por parte de la administración colonial isleña.

 Esta explotación no se limita simplemente a su autoproclamada Zona Económica Exclusiva de 1.600.000 km2 circundantes a Malvinas sino que se extiende al Sector Antártico y demás archipiélagos del Atlántico Sur. Habiéndose consolidado su presencia ilegítima en Malvinas luego de los hechos aludidos precedentemente señor Presidente, las islas hoy son un enclave militar de gran capacidad de combate con una sofisticación tecnológica de última generación a la que las Islas sirven como base de despliegue y maniobras operativas para atacar a cualquier nación suramericana que se considere oportuno en el despliegue militar internacional, como así también, centro de experimentación y perfeccionamiento para misiles de última generación de los arsenales futuros de la OTAN. 

Obvio es, señoras y señores, que tanto la explotación ilegal de recursos como la instalación del enclave militar en el archipiélago violan varias resoluciones de la Naciones Unidas. [...] a toda Sudamérica, como campo de entrenamiento para tropa que luego interviene en todos los conflictos globales desarrollándose en el orden internacional, [...] 

 Señor Presidente, Señoras y Señores Delegados, El gobierno británico y los pobladores actuales de Malvinas han repetido hasta el hartazgo la cerrada negativa a aceptar la descolonización del archipiélago insistiendo en que el párrafo 6 de la Resolución 1514 (XV) sólo es aplicable a situaciones coloniales, que resulta en el quebrantamiento de la integridad territorial, que se produjere posteriores a la firma de la Carta de las Naciones Unidas y la aprobación de dicha resolución. Con este criterio, el Reino Unido busca obtener inmunidad contra las desmembraciones territoriales perpetradas antes de la firma de la Carta de las Naciones Unidas, como es el caso de las islas Malvinas y demás islas del Atlántico Sur. La cuestión, presentada así, parecería insoluble. Pero no se equivoque, no lo es, de ninguna manera. 

Es evidente que el territorio malvinero debe ser descolonizado, tal como lo dispone categóricamente de Resolución 1514 (XV) y la única manera posible de llevar a cabo esa descolonización es a través de la restitución de los archipiélagos a la República Argentina, su legítimo dueño, dejando sin efecto las consecuencias del acto de fuerza ejecutado por Gran Bretaña en 1833, reiterada con la reconquista militar de 1982. 

De lo que se trata ahora es de impedir la legalización de un estado de hecho jamás consentido por el estado perjudicado. Además señoras y señores, el párrafo 7 de la Resolución 1514 (XV) agrega que todos los Estados deberán observar fiel y estrictamente esa Declaración sobre la base del respeto de la integridad territorial. 

Entregar el territorio a la soberanía de un Estado que no sea la República Argentina sería, teniendo en cuenta este último concepto, un acto de desintegración del territorio de un estado miembro de las Naciones Unidas ejecutado antes y después de la firma de la Carta de la Organización. 

Por todo lo expresado en los dos párrafos anteriores, señor Presidente, este Comité tiene ante sí el proyecto de resolución que llama al Reino Unido y la República Argentina a implementar inmediatamente mecanismos que conduzcan al fin de la situación colonial en las islas Malvinas con una auténtica vocación de justica y respeto por el derecho en el marco regulatorio establecido por las resoluciones 1514 (XV), 1541 (XV), 2065 (XX) y 2353 (XXII), 2625 (XXV), 3160 (XXVIII) y 31/49 de esta Organización.

 Muchas gracias señor Presidente.
http://lists.econ.utah.edu/pipermail/reconquista-popular/2011-June/094167.html


PENSAR MALVINAS – por ALEJANDRO BETTS
4 febrero 2012 




“PENSAR MALVINAS”

Córdoba, 08 noviembre 2011
Sr. Ministro,
Sra. Rectora,
Dr. Gullo,
Estimado VGM González Trejo,
Sras y Sres. Directoras/es, Profesoras/es, Docentes y alumnos presentes,

Tal como me definió la Maestra de Ceremonias, soy Alejandro BETTS, malvinense de la cuarta generación, veterano argentino del conflicto bélico de 1982 ahora radicado en la provincia de Córdoba. Un cordobés adoptivo de origen “Kelper”. ¿Qué es u kelper? Un kelper es un malvinense nativo de las islas; es un colono que representa la ocupación física británica de un espacio territorial que no corresponde a la Corona Británica. Hasta 1983, el malvinense nativo no tenía ningún documento de identidad nacional, ni como británico, ni como argentino. Éramos indocumentados y huérfanos de Patria.

Para los británicos, el kelper era un mal necesario para la ocupación física del lugar pero no merecía tener la ciudadanía británica. Por ello, los británicos residentes en el territorio nos tildaban de “Kelper” para marcar claramente la división social/intelectual existente entre el funcionario, personal jerárquico, el personal militar británico en Malvinas y la mayoría de los administradores de los campos malvinenses, oriundos del Reino Unido.

Por todo lo anterior, cuando llegue a Córdoba en los primeros días del mes de julio de 1982, inicié los trámites ante el Registro Civil Provincial para obtener mi Documento Nacional de Identidad como argentino nato, de acuerdo con la jurisprudencia nacional vigente. Hay varias anécdotas detrás de la emisión de mi documento que no vienen al caso relatarlas en este momento. Sino simplemente manifestar mi agradecimiento al Doctor Luis Carranza Torres, el entonces jefe del Registro Civil y el Dr. Eduardo Caffaratta, el Intendente Municipal capitalino que me entregó el DNI, el 21 de octubre de 1982.

En consecuencia, cuando hablo de “mi país” o “nuestro país” estoy refiriéndome a esta maravillosa Patria que tenemos: la Argentina, y nunca jamás a Inglaterra que ni siquiera lo conozco y de qué nunca fui ciudadano.

Hechas estas aclaraciones paso a tomar el texto original de mi presentación aquí hoy con ustedes.

Hace pocos días recibí la honrosa invitación de participar en esta importantísima jornada sobre la Cuestión Malvinas. En esa conversación con el coordinador del Ministerio de Educación, me preguntó ¿Qué título quiere poner usted a su intervención Alejandro? Espontáneamente brotó de mis labios la frase: “La importancia de la inserción del tema Malvinas Argentinas en la currícula escolar” Esa respuesta pomposa mía fue brillantemente sintetizado por Ulises en la idea-fuerza “Pensar Malvinas”. Un título más que cautivante que engloba un sinnúmero de inquietudes y preguntas insatisfechas a las cuales la población estudiantil nacional y nuestros educadores no tienen bibliografía para saciar la sed de conocimiento que existe en el mundo de la docencia y de los medios de comunicación masiva formadores de opinión pública.

Un ejemplo: al ser entrevistado o consultado para hacer una presentación pública la pregunta inicial invariable es: ¿Cuándo vino usted a la Argentina y cómo quiere que le presente? Mi respuesta es invariable también: Si me permite, lo voy a corregir; yo no “vine” a la Argentina, yo nací en la Argentina en un lugar llamado Puerto Argentino de las islas Malvinas, provincia de Tierra del Fuego y por lo tanto preséntame como el fueguino malvinense que soy. Tanto la pregunta como la respuesta son formuladas con total naturalidad. La primera es errónea, un error inducido por falta de conocimiento de los elementos básicos en la Cuestión Malvinas y la segunda está en perfecta coherencia con el derecho inapelable argentino de la titularidad de ese territorio insular malvinense. Podemos afirmar entonces que quien formula esa pregunta no ha tenido una preparación adecuada para “Pensar Malvinas”, mientras que quien responde a la pregunta, sí, la ha tenido.

Por ello, la tarea por delante es la misma que delineó la resolución 201/69, emitido por el Secretario de Cultura y Educación de la Nación que consideró conveniente que la juventud tenga una idea clara de la Región Austral de nuestro país y en particular de nuestras islas Malvinas. Hay también, otras normas posteriores que tratan la obligatoriedad para la enseñanza en todas las instituciones educativas nacionales de nuestra soberanía no tan solo sobre el archipiélago de Malvinas sino sobre las Georgias del Sur y Sándwich del Sur que son las tres masas terrestres identificadas por las pertinentes resoluciones de las Naciones Unidas, objeto de una controversia de soberanía entre el Reino Unido y nuestro país.

La labor que encierra esta tarea no es fácil, pero tampoco imposible. Sin duda obliga a los educadores a abordarlo con una elevada cuota de responsabilidad, con el propósito de encontrarse con la verdad y la justicia de la razón del reclamo argentino de poner fin a una extemporánea ocupación colonial extranjera en parte de su legítimo territorio nacional que afecta a toda la región sudamericana.

En ese contexto de la búsqueda de la verdad y la justicia y dado el grado de desconocimiento de nuestro derecho que ha alcanzado en nuestra sociedad en general, resultado del olvido y el silencio, me surge un conjunto de preguntas preliminares que deben ser aclaradas para revertir la continuidad impune de los juicios apresurados equivocados y prejuicios sin fundamentos sobre el tema de nuestras Malvinas, inducidos intencionalmente por la escuela pro-británica que tiene una fuerte presencia en nuestro país.

¿Es importante hablar hoy de las Malvinas?

¿Forman parte las Islas de la Nación Argentina?

¿Quién descubrió las islas?

¿Tenían habitantes cuando las descubrieron?

¿Por qué las llamamos Malvinas?

¿Las islas fueron francesas alguna vez?

¿Qué tuvieron que ver los franceses con Malvinas?

Bajo dominio español, ¿de qué autoridad dependían?

¿Por qué las Malvinas son argentinas?

¿Cuándo pasaron las islas a ser ocupadas por el Reino Unido?

Esta lista de interrogantes se asemeja a la proporción visual del tempano: representa solamente la mínima parte de su volumen real. No obstante, estas preguntas son algunas de las que creemos deben encontrar una respuesta actualizada en la juventud, forjadora de la Argentina del nuevo siglo.

Aspiramos a que nuestra juventud acceda, en un marco de absoluta libertad, al más amplio conocimiento sobre este tema que por distintos motivos ha permanecido como un deber pendiente de la formación escolar.

Estoy absolutamente convencido que es muy importante hablar hoy de Malvinas pero más importante aún es hacer docencia de la Cuestión Malvinas.

Sin duda, la tarea futura requiere que las asignaturas y contenido de estudios de la materia pendiente sean modulados dentro de los “lineamientos de la política educativa” fijados por la Ley Federal de Educación, especialmente para lograr -a través de la investigación y el debate franco- el “fortalecimiento de la identidad nacional” y el “afianzamiento de la soberanía de la Nación” – que en este caso en particular – significa su recuperación plena, teniendo el e peso de una obligación Constitucional desde 1994.

Pensar Malvinas, es poder responder mínimamente a la batería de preguntas que mencioné hace instantes.

Pensar Malvinas, y la reincorporación plena del archipiélago malvinero y los otros dos territorios australes a la nación, nos exige remontar cinco siglos de historia acompañado con sus acontecimientos jurídicos y políticos que representan la esencia de la solidez del título argentino a sus tierras ocupados ilícitamente por una colonia británica durante los casi 180 años últimos.

Pensar Malvinas, significa que necesariamente debemos saber que la comprobación y demostración de la soberanía primero de España y luego de la Argentina, sobre las islas Malvinas, tiene gran importancia en la formación de una opinión basada en información sólida e inquebrantable de nuestro legítimo derecho al territorio insular de las “Iles Malouines”, hoy “Malvinas”.

Pensar Malvinas, es reconocer y divulgar que con la entrega de la colonia francesa a la Corona española en 1767 a través de un acuerdo bilateral que reconoce plenamente que Francia no tenía ningún derecho sobre Malvinas debido a la preexistente soberanía española sobre las Islas, España sucedió a Francia como primer ocupante de Malvinas. Hubo una continuidad ininterrumpida entre ambas posesiones y la de España fue hecha públicamente y de buena fe. Por lo tanto, España pasó a reunir tres títulos incontestables sobre las Malvinas:

1) la preferencia acordada por las bulas pontificias de 1493 y 1506;

2) la garantía de integridad de sus dominios pactada en Utrech en 1713,

3) la prioridad en la ocupación como consecuencia de haber recibido de Francia, pacífica y voluntariamente, el fuerte Saint-Louis (rebautizado Puerto Soledad) y con él la totalidad del archipiélago malvinense.

Pensar Malvinas, es comprender que la existencia de esa soberanía preexistente española resulta la prueba de que el estado Argentino se integró necesariamente con esos territorios y que su despojo violento en 1833 estuvo destinado a crear y mantener en América una situación colonial que es una afrenta para toda América.

Pensar Malvinas, es percibir que desde 1767 las Malvinas estuvieron en posesión excluyente de España hasta 1811. A partir de la asunción en el cargo de Felipe Ruiz Puente como Gobernador español el 2 de abril del citado año, Puerto Soledad fue la sede y residencia permanente de un gobernador político y militar que dependía de las autoridades de Buenos Aires. Este período incluyó 44 años y 20 gobernadores. En febrero de 1811, la Banda Oriental (Uruguay) que seguía siendo leal a España, decide el repliegue de la guarnición española en Puerto Soledad para reforzar la plaza de Montevideo luchando contra los insurrectos de Buenos Aires. España no abandonó Malvinas, sino fue obligada a traer transitoriamente su tropa a Montevideo y los siguientes hechos históricos impidieron que regresara a las islas.

Pensar Malvinas, nos permite entender que el decreto del gobierno Nacional del 10 de junio de 1829 establecía la continuidad histórica y jurídica de los ahora derechos soberanos argentinos afianzados por el Gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata con la formal toma de posesión de Malvinas el 6 de noviembre de 1820.

Pensar Malvinas, es tener la lucidez de reconocer el absurdo jurídico sobre la pretensión de sucesivos gobiernos de Londres de invocar un dominio indiscutible a Malvinas apoyándose simplemente en una efímera e interrumpida ocupación británica de la isla Trinidad frente a la costa norte de la Gran Malvina (1766/70 y 1771/74). La documentación inglesa-franco-española nos señala que esa ocupación reúne solamente elementos jurídicos negativos:

Fue ilícita dado que violó varios Tratados Internacionales vigentes en ese momento;

Fue clandestina, manteniéndose oculta hasta que los españoles pudieron lograr encontrarla.

Fue tardía en razón de que la colonización francesa lo antecedió en casi 2 años (1764) y Francia luego reconoció la primacía de los derechos españoles.

Fue contestada por la resistencia de la Corona española contrariamente a lo que sucedió ante la cesión de Francia a España a la cuál Inglaterra no se opuso ni protestó, sino que mantuvo un cerrado silencio.

Fue parcial, reducida a un sitio sobre la isla Trinidad.

Fue breve y fragmentada, desde 1766 hasta mediados de 1770 y luego entre septiembre de 1771 y mayo de 1774. Desde entonces y por más de medio siglo el gobierno británico jamás avanzó reivindicación alguna del territorio a pesar de la presencia continuada española hasta 1811, a pesar del retiro español de la placa dejada por los británicos y de la destrucción del fuerte por ellos instalados en la Isla Trinidad, a pesar de los continuos actos de soberanía ejercidos por el gobierno de Buenos Aires desde 1820, a pesar de firmar con éste un Tratado de amistad, comercio y navegación en 1825.

Entonces, obvio está que Gran Bretaña nunca tuvo ni jamás tendrá un mínimo fundamento para defender un título de soberanía sobre este pedazo de tierra que forma parte integral de la provincia de Tierra del Fuego y, por consiguiente, de la República Argentina. Efectivamente, podemos afirmar con total confianza que Malvinas de ningún modo y en ningún momento pasaron a ser legítimamente británicas. Por lo tanto, el origen ilícito de la colonización británica hace que la permanencia de esa colonia en Malvinas está fuera de la Ley también, y, la normalización de esta situación exige ineludiblemente su inmediata descolonización mediante la reincorporación a su legítimo dueño: la Argentina.

En definitiva, pensar Malvinas es consultar las valiosísimos contribuciones de autores nacionales como AZPIRI-MUÑOZ, CAILLET-BOIS, DESTÉFANI, FITTE, FOULKES, GANDIA, GROUSSAC, FERRER VIEYRA, GÓMEZ LANGENHEIM, HIDALGO NIETO, KOHEN, MARTINEZ CASADO, MORENO, PLAGER Y FRAGA VIDAL, SÁENZ DE MÉNDEZ, SOLARI YRIGOYEN, TERRAGNO entre muchos otros. En el orden internacional: AKEHURST, BECK, BROWNLIE, CALVO, COHEN, DOLZER, DOWN, DE BERNHARDT, DUNNETT, HOPE, FAWCETT, JENNINGS, etc., etc.

En lo personal, recomiendo dos trabajos para principiantes: El Dictamen de la Academia Nacional de la Historia y, el libro Las islas Malvinas de Paul Groussac. En el nivel avanzado, una excelente fuente de investigación es el Análisis Jurídico e Histórico de la Disputa Anglo-Argentina sobre las Islas Malvinas por el profesor Christian J MAISCH de la Universidad Americana de Washington.

En el orden estrictamente insular, pensar Malvinas es conocer su geografía, sus nombres topográficos, su hidrografía, su particular sistema de administración colonial, la distribución y composición demográfica de sus habitantes, su economía, ser conscientes de la magnitud de sus bases militares británicas, su clima, enterarse de los fuerte vínculos con la Patagonia en el pasado, que incluye la migración de malvinenses a esa región a fines del siglo 19 y el casamiento del primer gobernador de Santa Cruz, Carlos Moyano, con la malvinera Ethel Turner, aprender de la importancia de nuestro gaucho en su desarrollo económico bajo la gobernación de Luis Vernet, continuado después por la administración de la ocupación durante la segunda mitad del siglo 19 conservando y aumentando la mano de obra gaucha, poder identificar su flora y riquísima fauna, y muchos temas más.

Para finalizar esta breve revisión de contenidos que hacen a nuestro lema para mi intervención, Pensar Malvinas, es pensar Patria, pensar nación, pensar y revalorizar el sacrificio supremo de nuestros soldados y cuadros de las Fuerzas Armadas durante el conflicto de 1982.

Pensar Malvinas, es recuperar la dignidad humana de los veteranos y excombatientes de Malvinas cualquiera sea su condición social, ideología o creencia religiosa, respetándole como ciudadano que ha servido a su país con el más alto honor y que merece el respeto y gratitud de todos nosotros, y no el trato peyorativo como un “chico de la guerra”.

Pensar Malvinas, es malvinizar y enterrar para siempre la desmalvinización.

Alejandro J. Betts

Fueguino-Malvinense


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